¿Ya has probado el snowkiting?
El snowkiting es uno de los deportes de nieve que mayor auge ha experimentado durante los últimos años. La idea es sencilla: de igual manera que los kitesurfers se deslizan sobre el agua impulsados por el viento que infla sus cometas, los apasionados del esquí o el snowboard también pueden aprovecharse del mismo sistema para volar sobre la nieve o el hielo.
Está comúnmente aceptado que el pionero de esta disciplina fue Dieter Strasilla, quien, inspirado por Otto Lilienthal, comenzó a experimentar con paracaídas mientras esquiaba en Alemania y Suiza, actividad que también su hermano Udo le ayudó a desarrollar en los Estados Unidos. Posteriormente perfeccionó un parapente-cometa y un sistema que permitía al incipiente kiter dar saltos y girar el cuerpo para encarar la dirección correcta.
Desde los primeros comienzos de la disciplina hasta su eclosión durante el siglo XXI, el nivel de deportistas y equipamiento no ha dejado de mejorar. Tenemos cometas específicas que permiten controlar la potencia de arrastre, arneses más ligeros y flexibles y a un colectivo que se especializa en freestyle, descenso y recorrido. Los hitos vividos nos han llevado a ver tiempos récord atravesando campos nevados, enormes lagos e incluso parajes groenlandeses usando snowkites. Para poner todo esto en valor, es necesario tener en cuenta la dificultad que entraña incrementar la velocidad sobre un firme inestable; de la misma manera que un jugador de cartas analiza los «tells» de su rival, en el snowkiting resulta vital ser capaz de leer el estado del firme sobre el que nos deslizamos, con la dificultad añadida de que también tendremos que mantener nuestra atención fija sobre la evolución del viento y las corrientes que nos impulsan.
Los que lo practican aseguran que hay pocas emociones comparables a la sensación de controlar las fuerzas de la naturaleza, a dejarse arrastrar sobre la nieve o el hielo con el único impulso que ofrece el control de la cometa. Algunos prefieren deslizarse sobre esquíes y otros sobre una tabla de snowboard, pero todos están de acuerdo que la tensión que se transmite al arnés mientras se vuela, literal o figuradamente, sobre el suelo es difícilmente descriptible para el no iniciado. Otra de las sensaciones que solo está al alcance de los kiters es la de remontar la montaña tras un descenso impulsado solo por la fuerza del viento, algo que los avances en tecnología de materiales hacen que resulte cada vez menos dependiente de la dirección del viento. En países como Rusia, Canadá, Austria, Suiza y Francia, el snowkiting se ha convertido en toda una sensación, y son muchas las escuelas que ofrecen programas de iniciación y perfeccionamiento (generalmente durante los meses de diciembre a marzo).
Ya hemos comentado que esta disciplina está viviendo una especialización entre freeriders, amantes de las acrobacias y la adrenalina en estado puro, y los que optan por batallas de resistencia contra las fuerzas de la naturaleza en la forma de maratonianos recorridos sobre planicies nevadas y lagos helados. Dentro de este último grupo destaca la prueba Red Bull Ragnarok, que se celebra en Hardangervidda, Noruega, y congrega a cientos de participantes. Estos pueden optar por participar en dos clases, esquís o una tabla, y no incluye (todavía) categorías para los distintos tipos de cometas (aunque las foil parecen ser la tónica para este estilo). El recorrido cuenta con unos 15-20 kilómetros de distancia, repartidos en cinco vueltas que requieren que se pase por una serie de puertas concretas para poder determinar telemáticamente los tiempos. Toma el nombre de “Ragnarok” de un pasaje de la mitología nórdica en el que se describe la batalla definitiva entre el bien y el mal, donde solo los auténticos guerreros sobreviven al campo de batalla.